Los niños también sienten y
sufren. Ellos se enteran de todo, aunque a veces no lo manifiesten verbalmente.
Observando sus juegos, sus dibujos y sus fantasías podemos ver la expresión de
historias relacionadas con la muerte de algún ser querido. También sus
incesantes preguntas sobre este tema denotan que perciben claramente el drama
de la desaparición de los seres queridos. Teniendo en cuenta esto, no tendría
ningún sentido, apartar a los niños de la escena, cuando alguien muy próximo
fallece. Tampoco ayudaría negarles el derecho a compartir y a expresar con
nosotros el desconcierto y el dolor que acompañan a la muerte.
Los niños desde muy pequeños,
conocen el dolor que acompaña a la perdida de algo o de alguien. El derecho a
ser hijo único que pierden cuando nace un hermanito, el adiós a la inocencia
cuando les cuentas quienes son los reyes, la muerte del gato, su viejo osito de
peluche en la basura, etc. son pequeñas “muertes” que deben superar.
La mejor manera para que los
niños acepten la nueva situación es dedicándoles tiempo y cariño. Hay que hablarles
con naturalidad de la persona desaparecida, en el momento y en el lugar
adecuado. Es bueno contestar a sus preguntas, conversar con ellos y compartir
actividades como jugar o dibujar. Es importante informar al niño lo antes
posible, en un lugar familiar y donde se sienta cómodo. Debemos emplear un
lenguaje sencillo y claro, sin utilizar eufemismos.
Los niños están dispuestos a
aceptar pérdidas si hay otra cosa más
que esperar. La pérdida de alguien muy querido comporta cambios en la vida, en
las costumbres y en las nuevas relaciones afectivas. En la medida de lo
posible, y aunque a veces resulte difícil, conviene presentar estos cambios de
forma positiva. Los pequeños pronto se ilusionaran. Mirar hacia adelante,
compartir con ellos la esperanza en la nueva etapa que comienza y
proporcionarles seguridad, son actitudes muy positivas que les ayudaran a
superar la perdida de la persona querida.
Cada niño tienen una manera
articular de expresar su tristeza por la pérdida de un ser querido. Hay muchas
formas de despedirse. El cómo y el cundo dependerá de las circunstancias. Es
por ello que, a la hora de comunicarle la muerte de un ser querido a un niño,
hay que tener en cuenta una serie de factores: La edad del niño en el momento
de la pérdida es un factor muy importante ya que todavía se está desarrollando
su capacidad de pensamiento y comprensión. Es esta madurez en el desarrollo del
pensamiento la que marcará la visión de los niños sobre la muerte; La relación
del niño con la persona que ha perdido; Cómo falleció esa persona querida; La
sensibilidad y atención que el resto de miembros de la familia presta ante los sentimientos y
necesidades de expresar lo que el niño siente; Las experiencias de pérdidas
anteriores; La cultura, religión y enseñanzas sobre lo que es la muerte por
parte de la familia del niño, etc.
La tristeza es un
sentimiento difícil de expresar. Ello no significa que los pequeños la
desconozcan. A veces, tardara en poder ser exteriorizada. En ocasiones, se
manifestara de forma indirecta: un mal rendimiento escolar, desánimo o incluso
enfermedad. Negar la muerte de un ser querido también es algo habitual en los
niños. El aislamiento puede ser también una reacción frecuente. Conviene no
dejar que se agrave ya que un silencio excesivo puede llevar a la
incomunicación.
No todo el mundo supera de
la misma forma los problemas. Por ello, no debemos perder la paciencia. De
todos modos, si han sido bien atendidos, suelen superar rápidamente el duelo.
Si por el contrario, su entorno familiar disimula, la pena puede permanecer
durante largos periodos de tiempo.
El temor a perder otra vez
al ser querido, y por tanto, a sufrir por querer a alguien, puede impedir que
en la vida adulta se establezcan relaciones amorosas estables.
Por otra parte, debemos
mencionar que es importante animar al niño a asistir y participar en el
velatorio, funeral, entierro, etc. Ya que tomar parte en estos actos puede ayudarle
a comprender qué es la muerte y a iniciar mejor el proceso de duelo. Si es
posible, es aconsejable explicarle con antelación qué verá, qué escuchará y el
porqué de estos ritos. No obstante, si el niño no quiere participar en algún
acto, no obligarle ni hacer que se sienta culpable por no haber ido.
Finalmente, les mostramos
una serie de lecturas infantiles que pueden ayudarnos a comunicar la pérdida de
un ser querido a un niño:
- Cortina, Mar. “¿Dónde está el abuelo?”. Tándem Edicions.
- Grient, Kartien van Der. “El niño de las estrellas”. ING edicions.
- Michelene, Mundy. “Cuando estoy triste ante la pérdida de un ser querido”. Editorial
San Pablo.
- Ryan, Victoria. “Cuando los abuelos nos dejan. Como superar el dolor”. Editorial
San Pablo
- Zubeldía, Iñaki. “Mamá”. Edebe
- Ramón, Elisa; Osuna, Rosa. “No tendremos un nuevo bebé”.
Kalandraka.
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